La educación física puede definirse como un conjunto de disciplinas corporales destinadas al mantenimiento y mejora de las cualidades físicas del ser humano. En la actualidad, la sociedad civil ha convertido la educación física en sinónimo inequívoco de calidad de vida; de ahí que hoy en día aquélla se imparta en las escuelas como una materia más, en la que se enseña a los niños y a los adolescentes a combinar la salud mental con la física, fomentándoles también el hábito del deporte. Y es que la sociedad moderna, sumergida en plena revolución tecnológica, sufre las secuelas propias de una vida demasiado encaminada a la producción y al consumo desmesurado, cuyas consecuencias inmediatas son, entre otras, el estrés, del cual pueden derivar graves afecciones cardíacas y psíquicas. Es por este motivo que la educación física y el deporte en general se imponen cada día más como una medida preventiva de salud, básica para configurar un tejido social dinámico y equilibrado.
El movimiento es una necesidad vital para el ser humano, y a pesar de que actualmente los hábitos de conducta y las formas de vida han cambiado, muchas personas pueden prescindir casi por completo del ejercicio físico en su actividad diaria. Ante este hecho, es necesario establecer las pautas para que esto no ocurra y fomentar las repercusiones positivas de una práctica física coherente. ¿Para qué nos servirá? ¿Qué beneficios nos puede aportar? ¿Según qué criterios debemos plantear esta actividad? ¿Cómo controlamos y valoramos nuestra progresión?... Las respuestas a estas preguntas y a otras muchas más nos las proporcionará la educación física, gracias a su función educadora que se prolonga desde la edad infantil hasta la adulta.
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